El mundo de los ascensores está lleno de curiosidades desde que las distintas invenciones técnicas…
Esperar a que las puertas se abran, entrar en la cabina y apretar el botón de destino. Un ascensor en España realiza de media 100.000 viajes hacia arriba o hacia abajo al año. Teniendo en cuenta que en el país funcionan cerca de un millón de elevadores y que la ocupación media es de 1,5 personas (no llega ni a los dos individuos necesarios para iniciar alguna conversación trivial), el resultado es que estas máquinas mueven cada día en vertical a 375 millones de pasajeros en 250 millones de viajes.
Los cálculos son de Rafael Macía, director de Calidad, Producto y Normativa de la empresa de ascensores OTIS, que no tiene dudas en proclamar al ascensor como el medio de transporte más utilizado del país. “Y el más seguro, pues sólo se produce un incidente por cada 300 millones de viajes”, apunta.
Esto significa cientos de miles de ascensores subiendo y bajando cada pocos minutos de media por dentro de los edificios, muchas poses en el espejo, muchos kilómetros recorridos, muchos saludos de cortesía, y también mucha electricidad y mucho CO2emitido.
¿Qué gasto de energía supone una de estas máquinas? Empecemos por fijarnos en el interior de la cabina. El ascensor más común hoy en día en España es uno eléctrico con capacidad para seis pasajeros que se mueve a una velocidad de un metro por segundo. La mayor parte de su gasto de energía se produce durante su uso. Siempre según los datos de OTIS, el motor que mueve uno de estos ascensores consume de media unos 1.320 kWh/año, el equivalente a una tercera parte del gasto eléctrico anual de una familia española. Pero a esto hay que sumar las bombillas o lámparas que lucen en el techo de la cabina, por lo general encendidas las 24 horas, los 365 días del año (aunque no haya nadie en el edificio o esté todo el mundo dormido): lo que puede llegar a suponer otros 600 kWh/año.
Se podrían poner en la cabina unas bombillas más eficientes, pero si a esto se añade un sistema inteligente para que sólo se enciendan cuando se abran las puertas, el gasto en iluminación puede reducirse del orden de un 80%.
Por otro lado, estas máquinas han cambiado mucho desde aquel primer ascensor del país en el número 57 de la calle Alcalá de Madrid, en el año 1877. Los elevadores de última generación incorporan muchas novedades en los elementos de suspensión, la maquinaria y la maniobra, y consumen cerca de un 50% menos que uno eléctrico y un 70% menos que uno hidráulico convencional equivalentes. En algunos casos, estos elevadores modernos incluyen sistemas de control de tráfico para conseguir el comportamiento más eficiente posible o incluso control regenerativo con el que aprovechar el movimiento de la máquina para generar a su vez electricidad que pueda reutilizarse en otro ascensor o en iluminación del edificio.
La próxima vez que subas a uno y no tengas tema de conversación puedes comentar también que para el futuro se plantea hacer circular varias cabinas en el mismo hueco, ascensores sin cables por medio de superconductividad o incluso ascensores espaciales. Otra cosa es el efecto de la cada vez mayor mecanización de los desplazamientos en la salud o el estado físico de las personas; aunque esa es otra historia y las puertas ya se están abriendo.
Fuente: El País